Si
abro la puerta de la cocina
se
vienen todos en ventarrón.
Pintan
las cosas con tres pinceles
desde
ese balde tan barrigón.
¡
El amarillo saca su anillo,
le
pone ruedas a mi limón!
Suelta
una cinta que tiene tinta
para
la cáscara del melón.
El
huevo asoma como una coma.
Fresco
y batido, ¡es un borrón
que
viaja y sueña desde su
plato
con
la canoa del cucharón!
Viene
a la mesa la mayonesa
¡muy
disgustada con el sifón!
Volcó
el pomelo...¡qué desconsuelo,
en
la ensalada de coliflor!
Me
asalta el verde que ya se pierde
en
la lechuga sin corazón…
Pepino,
acelga, y una aceituna
para
los dientes del tenedor.
Lleno
de antojos se cuelga el rojo
a
una frutilla que se escapó
con
las ciruelas y los tomates
todos
mezclados...¡qué papelón!
Esa
granada muy apurada
se
va de baile por el jardín.
Hay
guindas dulces que la acompañan
desde
la torta que veo venir
en
una fuente de chocolate
con
muchas nueces, dulce de leche,
que
hacen dibujos ricos...muy ricos:
crema,
durazno, miel y maní.
¡Cuántos
colores en los sabores!
La
calesita de la cocina gira que gira,
subo
a una torre de mermelada
que
se desliza por la tostada
rubia
y crocante, ¡me río feliz!
Trepo
al caballo de una sandía
que
ha aparecido por el jardín
y
me columpio con alegría
de
una ramita de perejil.
¡Voy
a contarte que dos tomates
se
han contagiado de sarampión!
Las
hamburguesas, las milanesas,
muy
asustadas piden perdón,
están
tan fritas y tan tostadas
que
se han dormido acurrucadas
en
una fuente de loza blanca,
¡hasta
olvidaron su camisón!
¡Cuántos
colores en los sabores!
La
calesita de la cocina gira que gira,
¡trepo
al caballo de una sandía y me columpio
con
alegría de una ramita de perejil!
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