Aquella
mañana la tía Sidonia se despertó, corrió al baño a pasarse los dedos
mojados
sobre los ojos y cuando se miró al espejo, dijo:
–
¡Puajjj!
Después
se lavó los dientes moviendo mucho el codo así y así y al terminar, dijo:
-¡Puajjj!
Cuando
se sentó delante de su mate dulce dijo:
-¡Puajjj!
Y
la vaca Mumuñonga que la estaba mirando por la ventana, comentó mientras
rumiaba:
–
¡Qué cosa, la tía Sidonia tiene ¡puajjj! Esta completamente espuajada.
Arte
de ilustración: Nancy Brajer
Y
se fue a contárselo al gallito Quiquiripúm que entonaba sus quiquiriquíes sobre
el
techo, para hacer salir al sol.
–
¡Qué barbaridad! – dijo el gallito. una persona espuajada es peor que una
persona
con hipo, hay que sacárselo.
Mientras
tanto, la tía Sidonia daba vueltas por el campito haciendo ¡puajjj! frente
a
todo lo que se le cruzaba: el maizal que agitaba sus hojas de cintas, el
chanchito
rosado
que mamaba, las campanillas azules que zumbaban porque tenían una
abeja
de pensionista.
Y
hasta cuando vio un grano de maíz amarillo, panzonzito y de naríz blanca, en
lugar
de decir ¡qué grano tan pipu!, dijo ¡puajjj! Era el colmo.
Los
animales empezaron a preocuparse porque el ¡puajjj! es tan contagioso como
el
bostezo.
–
Hay que sacarle el ¡puajjj! a tía Sidonia -dijo gallina Cocorilila.
Y
empezó un verdadero congreso con todo bicho que caminaba por el campito,
para
tratar el problema de una tía espuajada.
Los
animales hablaron, consideraron, discutieron, pelearon y votaron.
¿Cómo
votaron?
Metiendo
cada uno una hojita en el nido de la gallina. Y todos ganaron, porque
decidieron
hacer lo mismo
Cuando
tía Sidonia llegó a su casa no entendió muy bien lo que pasaba. Encontró
a
todos los animales uno arriba del otro.
Claro
que el pato estaba sobre la vaca y no al revés. Y el gorrión sobre la gallina y
no
al revés.
Tía
Sidonia quedó un poco sorprendida y se acercó a los animales apilados.
Mirándolos
a todos con la mirada panorámica les dijo:
–
¡Puaaaj!
Y
entonces gallina Cocorilila, que estaba sobre el perro y debajo del gorrión,
contestó:
–
¡Guau guau!
Y
el perro Garufa cacareó feliz, como si hubiera puesto un huevo.
Y
el gallo Quiquiripúm dijo:
-¡Muuu!
Y
la vaca Mumuñonga cantó un quiquiriquí como para hacer salir tres soles.
Y
el pato pió como el gorrión Jorgelino.
Y
el gorrión hizo un cuac cuac finito, finito.
Arte
de ilustración: Nancy Brajer
Tía
Sidonia no podía creer lo que estaba oyendo. Las cejas se le volaron un poco
para
arriba, revoleó los ojos, abrió la boca, y sacudiendo la cabeza gritó:
–
¡Tururú! ¿Qué es eso de andar diciendo un grito por otro? ¡A ver, cada bicho
con
su
grito!
Los
animales se miraron de reojos, sonrieron como sonríen los animales, que a
veces
es con la cola, hamacaron de un suspiro el maizal y cada cual en su idioma
dijo:
–
¡Puajjj! ¡Hemos vuelto a la normalidad!
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